Preguntas frecuentes sobre el Comunismo
En los últimos años las palabras comunismo, socialismo, marxismo, han regresado a la palestra política. Después de tres décadas de destierro, tras la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS, las nuevas crisis del capitalismo han traído de vuelta ideas igualitarias.
Sin embargo, es de esperar cierto nivel de tergiversación en el mejor de los casos, y de falsación en el peor.
Este pequeño escrito no pretende ser la palabra última sobre el comunismo y su proyecto político, sino un simple intento por aclarar algunas cuestiones muy mencionadas al respecto.
No puedo dejar de remitir al libro Por qué Marx tenía la razón, de Terry Eagleton, donde se explica más sucintamente estas preguntas históricas.
¿Qué es el comunismo?
En términos generales, se podría decir que el comunismo es la idea de que la humanidad en su conjunto tiene la capacidad de alcanzar una etapa en la que todos seamos socialmente igual. Es decir que nadie, ya sea persona o grupo, tenga el poder (económico, político…) de imponer sus propias ideas. El bien común es lo que prevalecerá en todo momento. Por eso el nombre de común-ismo.
El problema comienza en el cómo se llega a esto. Hay muchas ideologías, posiciones políticas, programas revolucionarios, que tienen una propuesta específica, algunas incluso contradictorias entre sí.
¿Cuál es la diferencia entre socialismo y comunismo?
Podemos distinguir dos diferenciaciones en ambos términos, una política y otra económica-ideológica.
Empecemos por la segunda. Marx elaboró una teoría económica donde señaló las etapas del desarrollo social, que sería más o menos así; comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo y comunismo. Más adelante Lenin y Trotsky señalaron que no era etapista, sino que todas estas formas se combinaban en diferentes periodos y en diferentes regiones. Pero para nuestro propósito nos ubicaremos en las últimas tres.
El capitalismo, etapa actual, es la sociedad dividida en clases, donde las dos clases principales son el proletariado y la burguesía. Este último posee los medios de producción, y por lo tanto el poder económico y político. Es decir, se llama capitalismo porque es el capital el que gobierna, el que “mueve el mundo”.
Después vendría el socialismo, donde seguirían las clases, pero se invertirían los papeles; ahora sería el proletariado quien tomara el poder, y por lo tanto decidiera el rumbo del desarrollo social. En términos generales, se espera que en socialismo haya una economía altamente planificada, y no aleatoria y anárquica como en el capitalismo, donde solo importa la ganancia.
El comunismo sería la siguiente etapa, donde, fruto del desarrollo del socialismo, las clases desaparecerían y todas y todos seríamos social y económicamente iguales.
¿Entonces, el comunismo quiere que todos seamos iguales?
Social y económicamente sí. Es decir, que nadie se apropie del fruto del trabajo ajeno, ni menospreciado por su condición de raza o género. Pero en cuanto a lo humano, en el comunismo vamos a ser tan diferentes como lo somos hoy. De hecho, si nos fijamos con atención, es el capitalismo el que nos quiere a todos iguales; que consumamos los mismos productos, que vistamos la misma ropa, que nos dediquemos a las mismas profesiones, que desarrollemos la misma vida…
Quizás esta cuestión se resuma mucho mejor en la frase de Rosa Luxemburgo; “Un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
Sin embargo, fuera de idealizaciones, es de esperar que en una economía planificada, por lo menos al principio, el consumo y distribución esté muy controlada. Por eso podría parecer que en el socialismo el gobierno nos oprime. Además hay que agregar que la idea de “libertad” en el capitalismo basicamente es la idea de comprar, poseer, dominar. En el socialismo evidentemente no será así, por eso se ha tildado a los regímenes comunistas de “autoritarios”. Benedetti señala que no tendremos “la libertad de preferir lo injusto”.
¿Por qué el comunismo ha fracasado en donde se ha intentado?
Primero que nada deberíamos poner el tela de juicio los parámetros de lo que llamamos triunfo o fracaso. Solo dos ejemplos; regularmente se pone a Cuba como ejemplo del fracaso del proyecto socialista, pero incluso la ONU y sus órganos han reconocido que Cuba tiene el mejor sistema de salud y de educación de América Latina ¿A eso se puede llamar fracaso?
Por otro lado tenemos el llamado “milagro asiático” (capitalista, claro), donde se habla de que Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan han tenido un crecimiento económico impresionante. Sin embargo, esto a costa de la super industrialización que trae la destrucción de la naturaleza y condiciones laborales muy parecidas a la esclavitud ¿A eso se puede llamar triunfo?
Aún con lo anterior, podemos admitir que los intentos políticos y económicos ligados al socialismo que se han implantado, no es ni por asomo lo que esperábamos. Hay proyectos detestables como el periodo de Stalin en la URSS o la política de Pol Pot en Camboya. Quienes nos reclamamos comunistas tendremos que cargar siempre con el lastre de estos nombres.
El llamado “socialismo realmente existente” ha “fracasado” porque ha tenido que adaptarse a circunstancias especiales (bloqueos, ataques bélicos, difamación), además que el simple hecho de intentar cosas nuevas, para las que no hay fórmulas, es problemático.
Pero también hay que admitir que para la mayoría de la población mundial el capitalismo fracasa a cada momento. Si sacamos la cuenta de los dictadores, seguro que los proyectos capitalistas tienen muchos más. Las hambrunas, la drogadicción, las personas sin hogar… son comunes en la mayoría de los paises capitalistas, y nadie dice que esté “fracasando”. Por ahora.
La historia reciente de América Latina nos demuestra que las políticas privatizadoras, impuestas desde hace varias décadas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, no han traído mejorías y sí más pobreza y destrucción.
¿López Obrador es comunista?
En este punto hasta me da un poco de pena responder esto. Pero la respuesta es no. Evidentemente López Obrador no es ni de cerca un comunista, ni tiene un proyecto parecido. Su ideología se ubica más en lo que antiguamente se llamaba la socialdemocracia, después llamado estado de bienestar. Y de hecho él mismo ha tomado la palabra “bienestar” como estandarte de su gobierno.
Por el contrario, las medidas medianamente nacionalistas que ha tomado el presidente han sido más bien pactos con la burguesía, pequeñas conseciones. El mote “comunista” históricamente se utiliza para denostar cualquier gobierno que más o menos piense en medidas de “bien común”, y automáticamente se asocia eso al odio a la “libertad individual”, que ya vimos arriba que nada tiene que ver con el comunismo.
Casi se puede decir que no hay presidentes comunistas. Es decir, al comunismo no se puede llegar por la vía legal o “pacífica”, por motivos que no habría espacio para analizar. La transición de un modelo a otro tiene que ser por una revolución, pues incluso el capitalismo se instauró así.
Salvador Allende, presidente de Chile en los años 70, intentó el llamado “socialismo por la vía pacífica”, mediante victorias electorales y reformas políticas. Pero ya sabemos el trágico final.
¿El comunismo es ateo y odia la religión?
Dentro de las filas comunistas siempre ha habido un ateísmo férreo, duro, casi intransigente. Pero tenemos el caso de Lenin, que abiertamente dijo que los comunistas no tienen como meta interferir en las creencias individuales de las personas. Cada persona puede creer y profesar la fe que sea de su agrado. Por otro lado tenemos el caso del breve gobierno socialista de Nicaragua, que abiertamente reconoció el papel de las y los católicos en la transformación social, e incluso algunos sacerdotes revolucionarios se agregaron a su gobierno.
¿El comunismo es una utopía que suena bien en la teoría pero es inalcanzable en la realidad?
El filósofo esloveno Slavoj Zizek señala; “la verdadera utopía es el capitalismo: es utópico creer que podemos explotar la naturaleza y la mano de obra de manera indefinida”. El capitalismo se basa en el crecimiento infinito y eso es, por razones lógicas, materialmente imposible.
No podemos hablar de la utopía comunista porque nunca se ha intentado. Quizás hace un par de siglos los esclavos negros pensaban que la libertad era una utopía.
Evidentemente, el paso a un nuevo modelo económico, diferente del capitalismo, traerá mucho dolor, pues así ha sido la transición en toda la historia de la humanidad. Pero más dolor es no intentarlo. Hemos llegado a un punto en el que literalmente podemos destruir la tierra ¿Qué dolor más grande que eso?