A propósito del Día del Albañil
Sin una razón clara, el Día del Albañil se festeja el Día de la Santa Cruz. Sin embargo, resulta curiosa la relación que hay entre ambos.
Tradicionalmente, se a convenido que Jesús era un carpintero, oficio heredado de su padre José. Pero la palabra griega que se utiliza en la biblia para referirse a esto es “tektón”, que sería mejor traducida como constructor o un artesano. De hecho de la palabra tektón viene nuestra palabra “arquitectura”.
Así, algunos historiadores prefieren catalogar a Jesús como lo que hoy llamaríamos albañil; un maestro de la construcción al que acudes cuando necesitas algún mejoramiento o reparación en el hogar. Seguramente Jesús eral “chambitas” de su comunidad. Si en estos tiempos, la albañilería no es un trabajo que goce de mucho prestigio, me imagino que en tiempos de Jesús tampoco lo era; ¿los sacerdotes y políticos de su tiempo iban a aceptar que les diera cátedra un albañil rodeado de pescadores y jornaleros?
Hoy en día los albañiles son objeto de una opinión bastante ambigua. Por un lado se le tiene como un oficio vulgar, es decir que solo la gente de los más bajos estratos se puede dedicar a eso. En concordancia con eso, se tiene a los albañiles como un poco más que animales; se dedican a comer y a beber, al vicio cuando no están trabajando (e incluso cuando lo hacen), flojos y haraganes, y la cereza del pastel es que son irrespetuosos con las mujeres.
Por otro lado, al albañil también se le muestra respeto por sus conocimientos artesanales casi siempre de aprendiz o autodidactas, y por la gran carga física que conlleva.
La cuestión es que, aunque efectivamente todos conozcamos a algún albañil borracho, haragán, irrespetuoso con las mujeres, etcétera ¿Qué profesión no tiene miembros con dichas características? Maestros, médicos, políticos o empresarios tienen dichos defectos. Sin embargo, es como si éstos últimos fueran dignos de respeto por sí mismos y los albañiles no; el albañil tiene que demostrar antes que nada que efectivamente es un buen trabajador.
Así, el médico o el empresario son personas dignas hasta que se les demuestre lo contrario, pero el albañil tiene que estar en una constante búsqueda de respeto y credibilidad. Esto aunado a una permanente incertidumbre laboral, hacen de la albañilería un trabajo doblemente digno de quien la ejerce. El albañil tiene que construir las casas de los demás para poder construir su propio respeto.